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jueves, 2 de abril de 2015

El liderazgo que Colombia necesita

En mis mis blogs recientes, he comentado los desafíos que enfrentan empresarios, académicos, juristas y militares, en la definición de su rol ante un muy probable escenario de acuerdos en la Habana. Si esto se entiende, tendremos una mejor oportunidad para la construcción de una nueva narrativa nacional donde la violencia no sea el pan de cada día ni se usen las armas para defender posturas políticas.

En esta oportunidad, me voy a referir al tipo de liderazgo que el país necesita, para lograr hacer la transición hacia adelante, y así tener una mayor posibilidad de sostener el proceso de cambio, que tendrá que experimentar la sociedad colombiana en los próximos años. Se que es un tema complejo que requiere de una lectura cuidadosa y algo de paciencia para digerir.



Y lo que hay que entender, es que estamos enfrentando grandes cambios hacia adelante, porque se está interviniendo un sistema complejo, como es el de la sociedad. Un sistema complejo está compuesto por varias partes ínter conectadas, cuyos vínculos crean dinámicas e información no visible para el observador. Cada parte, por pequeña que sea, puede influir en el comportamiento del conjunto. Todas sus partes son dependientes entre sí y mantienen una interacción reciproca.

El proceso histórico que hoy se vive en Colombia no está diseñado para que el sistema siga igual. Es la oportunidad de intervenir las causas raizales so pena de estar repitiendo la historia en pocos años. Y es complejo  porque es un sistema de gran diversidad regional, las diferentes culturas, historias de su gente y realidades que ellos viven, todo lo cual se convierte en un reto de cómo proceder

Por las razones anteriores, me llamó mucho la atención un reciente artículo en Forbes sobre la necesidad de contar con "líderes sistémicos", concepto que se ha venido desarrollando a partir del cuerpo de conocimiento trabajado por expertos como, Peter Senge, Ronald Heifetz, Adam Kahein, Jay Forester y Otto Scharmer.

El siglo XXI, se caracteriza cada vez mas por la complejidad de los desafíos sistémicos que hay que enfrentar, cuyo manejo está más allá de las capacidades de las instituciones y de sus estructuras jerárquicas tradicionales. También, de las capacidades de las personas que buscan intervenir los sistemas, que requieren cambios. En este entorno, la palabra colaboración adquiere una urgencia cada día mayor. Se necesitan unir visiones, esfuerzos y capacidades diferentes, para encarar con éxito todos estos desafíos.

Colombia enfrenta muchos de estos retos simultáneamente. La implementación de los acuerdos de la Habana, la disminución de la desigualdad creciente en nuestra sociedad, los problemas ambientales, la movilidad en las ciudades, etc., son apenas una pequeña muestra de la complejidad que tenemos adelante. Ante estas realidades, los esfuerzos individuales tienen muy poca posibilidad de lograr resultados. Se necesita cada vez mas un liderazgo colectivo, que promueva la colaboración entre diferentes actores de la sociedad. A partir de esta necesidad, es que ha venido emergiendo el concepto del "liderazgo sistémico".

El gran reto que enfrenta este concepto es cultural, especialmente en el entorno latinoamericano, donde el imaginario está relacionado con el líder mítico y carismático. Chávez, Uribe y Correa son tres ejemplos que vienen a la mente como representantes de esta realidad.

En contraste, el caso de Mandela en Sur África, es un excelente ejemplo del liderazgo sistémico  emergente. Fue una persona que fue capaz de cambiar las condiciones hacia un liderazgo colectivo, para enfrentar el cambio que implicaba la transición del poder de los blancos a los negros, después de muchos años del apartheid.

Aquí vale la pena recordar, que el verbo liderar, tiene su raiz indoeuropea en la palabra "lith", que significa atreverse a dar un paso más allá de los límites, dejando atrás lo que impida avanzar.

Pero también, hay otro reto: aprender a manejar los cambios sistémicos a la escala de los desafíos, que enfrenta la sociedad contemporánea. Esta si que es una verdad de puño en el caso de la sociedad colombiana.

¿Qué tienen en común los líderes sistémicos?. De acuerdo a las investigaciones realizadas presentadas en el artículo de Forbes, estas personas se caracterizan por preocuparse por la salud del sistema como un todo, lo que también se irradia a otros. Igualmente, la capacidad de ver a través de los ojos de terceros, lo que les permite tener una mejor perspectiva, estar más abiertos, e invitar a otros a hacer lo mismo. Son capaces de construir relaciones desde la escucha, lo que les permite generar redes de confianza y colaboración.

Este tipo de líderes no esperan  tener un plan perfecto, lo que les permite darles a otros la oportunidad de aprender en la acción. Desde su ignorancia, son capaces de formular las preguntas difíciles, y muchas veces obvias, que nadie mas se atreve a proponer.

Su comportamiento comprometido, y abierto al aprendizaje, motiva a otros a seguir su ejemplo facilitando grandes procesos de cambio en una comunidad. Lo que se veía como un problema inmanejable, en una situación polarizada, y con una visión de muy corto plazo, se ve desde la perspectiva de la oportunidad, el crecimiento colectivo, con una visión de mayor alcance hacia el futuro.  Estas personas crean el contexto para que la gente pueda entender, que el éxito de su comunidad, depende cada vez mas de cuidar el bienestar del sistema total, dentro del cual están operando.

En el artículo de Forbes se hacen otras reflexiones relacionadas con el punto anterior. Para el cambio de sistemas complejos, mas que datos e información, se necesita de inteligencia y mucha sabiduría. La razón es muy sencilla. Jay Forrester, padre de la Dinámica de Sistemas, mencionaba que los sistemas complejos presentan comportamientos contra intuitivos. Esto se evidencia cuando se hacen intervenciones sobre los mismos, pero enfocadas en los síntomas y no en las causas raizales. El resultado: se logran mejoras de corto plazo pero agravando la situación en el largo plazo. La sabiduría consiste en distinguir los efectos que se producen en el tiempo y que no son evidentes a primera vista.

Los líderes sistémicos tienen la habilidad de ver el sistema en su conjunto, y no desde una perspectiva parcial. Esta habilidad es esencial para construir un entendimiento compartido de  los problemas complejos. Desde una visión común, es posible construir soluciones colaborativas conjuntas en función de lograr la salud del sistema completo, y obtener unas mejores soluciones a los problemas que lo afectan. La alternativa a esta posibilidad,  son visiones fragmentadas, y acciones desconectadas, cuyo impacto puede ser peor que la enfermedad.

Otra de las habilidades de un líder sistémico, es la de propiciar la reflexión y abrir conversaciones generativas. Reflexionar es el acto de pensar sobre nuestra forma de pensar, de la cual surge la posibilidad de revisar los supuestos y los modelos mentales que condicionan el actuar de una persona. Esta capacidad de generar espacios conversacionales, donde la reflexión individual y colectiva aparece, es fundamental para poder escuchar otras perspectivas, y entender que es lo que limita la acción individual y colectiva. Así mismo,  permite ver con otros ojos la realidad. Es el camino para construir confianza donde no ha existido y fomentar la creatividad colectiva.

Una habilidad adicional de un líder sistémico, consiste en lograr que la gente se mueva, de un modo reactivo para resolver problemas, a un modo más proactivo de cocreación de un  futuro compartido. Este proceso gradual se consigue cuando, quien lidera, ayuda a los demás a articular sus aspiraciones más profundas, y a desarrollar la confianza del grupo a partir de pequeñas historias de éxito colectivo.

También, implica confrontar a la gente con la realidad que no quiere ver y la brecha con la visión del futuro, que se quiere conseguir. Esta genera una tensión que invita a la creatividad, y a la necesidad de manejar la presión que se produce en el proceso, para que la gente haga el trabajo adaptativo requerido para hacer el cambio. Esto implica lograr inspirar el deseo de un mejor futuro, lo suficientemente poderoso como para que se dejen atrás las viejas prácticas, y haya la energía para arriesgarse a construir un camino hacia lo desconocido.

Es necesario tener en cuenta una consideración fundamental: el cambio real se inicia cuando reconocemos que somos parte del sistema que queremos cambiar. Nuestras acciones no van a ser mas efectivas hasta tanto no cambiemos la naturaleza de nuestra percepción y el  pensamiento  que las soportan. Por esta razón, es clave entender el papel  de los modelos mentales, las creencias y los supuestos, ya que ellos son los filtros a través de los cuales interpretamos la realidad.

Ejemplos como Mandela, muestran lo que puede hacer alguien que es capaz de generar un liderazgo colectivo, en un sistema complejo, que había que cambiar. A través de múltiples intervenciones, unas mas grandes que otras, buscó convocar a blancos y negros en un país polarizado y muy dividido, para que enfrentarán los desafíos comunes  de manera colectiva,  que les permitiera construir una nueva nación.

Los recursos utilizados por Mandela fueron muchos, como ya lo mencioné. Uno muy importante, fue el  ejercicio de escenarios, que le permitió al ala mas recalcitrante de su partido, entender las consecuencias de algunas de sus propuestas, como era la nacionalización de las Industrias claves en Sur África. Con este ejercicio, se pudieron explorar varias alternativas de futuro, y su vez, analizar las consecuencias de acciones que hubieran podido destrozar el proceso de transición  y a toda la nación.

Vale la pena recordar, que Pastrana decidió desaprovechar el ejercicio de escenarios  "Destino Colombia" en 1998, a pesar de que sólo cuatro años atrás, se había demostrado el impacto de los escenarios de Mont Fleur en Sur Africa. Una oportunidad histórica que dejó pasar, y que tuvo un costo inmenso para el país, situación que hoy, sin un recurso similar, se trata de abordar en la Habana.

Otro recurso muy interesante de Mandela, fue la creación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliacion. En su momento, fue una innovacion radical que permitió que hubiera la sanación emocional entre las dos razas, para poder confrontar el pasado y construir colectivamente el futuro. La idea sencilla de juntar a quienes habían sufrido pérdidas muy grandes, con quienes habían sido los responsables, permitió contar la verdad, pedir perdón, y comenzar a moverse juntos hacia el futuro. Un ejemplo de un líder sistémico generando un proceso de liderazgo colectivo, que se volvió un referente mundial.

En la actualidad en Colombia, se ha capitalizado la experiencia sudafricana. Se ha montado la comisión de la Verdad Histórica, y se está planteando una segunda y complementaria. También, se ha innovado en llevar a los víctimas de la barbarie a la Habana, para confrontarlos con las FARC.

Los líderes sistémicos, como Mandela, son efectivos porque no buscan forzar los cambios requeridos. Mas bien, se esfuerzan por crear las condiciones que permiten que estos cambios se puedan efectuar de manera sostenida y a partir de la apropiación de los mismos, por parte de la gente que tiene el reto adaptativo que realizar.

Un desafío similar enfrenta hoy el Presidente Santos con el proceso que se vive en la Habana. La polarización de la sociedad colombiana es evidente y el papel de Uribe en este momento histórico, ha sido el de atizador de esta dinámica. ¿Será que Santos es capaz de crecer en su cargo y venderle al país que veamos el momento, como una oportunidad para escribir con orgullo el nuevo capítulo de nuestra historia ?.

Hasta ahora, lo que se ha visto del proceso deja mucho que desear. La verdad, es que Santos no ha sido capaz de inspirar, en la mayoría de colombianos, una visión de futuro que justifique el reto de dejar atrás los miedos y lo conocido, para explorar un nuevo horizonte compartido. Las encuestas recientes muestran un cambio de percepción positivo en relación al proceso. Sin embargo, sigue ausente la visión de lo que viene después. El punto de encuentro es el hastío por la violencia, pero no la oportunidad que podemos construir colectivamente, si logramos pasar la página sangrienta de nuestra historia.

Otto Scharmer, experto en tema de escenarios y pensamiento sistémico, menciona en su libro "Liderando desde el futuro que emerge", tres condiciones que se necesitan para transformar un sistema complejo. Abrir la mente para desafiar los modelos mentales; abrir el corazón  para permitir la vulnerabilidad y poder escuchar al otro; y abrir la voluntad para soltar ideas y agendas preconcebidas para poder observar lo que se necesita y es posible lograr.

El mensaje es claro: estas tres condiciones atienden los puntos ciegos de los esfuerzos de cambio que se basan en supuestos rígidos y agendas preestablecidas. No se entiende que para transformar los sistemas, se necesita cambiar las relaciones de las personas que influyen en ellos. Y este mensaje es clave, cuando se observa el nivel de deterioro de las relaciones de Santos y Uribe, quienes tienen la responsabilidad histórica de dar un paso adelante. No es posible hablar de paz, en medio de la batalla campal que se ha visto desde hace más de dos años, entre éstos dos "líderes políticos". Y creo que el lector, después de lo que ha leído hasta este punto, me entiende el porque utilizo las comillas en este caso.

Pero volvamos al tema de los sistemas complejos. Es necesario crear las condiciones para convocar a las personas que viven con el problema, que les permita enfrenten su realidad, explorar alternativas más allá de lo conocido, y buscar alternativas de cambio mediante la experimentación, la acción y la reflexión, que les permita generar aprendizaje.

Como bien lo menciona Ronald Heifetz, profesor de liderazgo en Harvard, liderar la transformación de sistemas complejos es muy peligroso, porque no hay respuestas simples que la gente espera obtener. Se necesita generar un nuevo pensamiento colectivo que toma tiempo, y que permita desarrollar nuevas formas de actuar e interpretar la realidad.

Para quienes están orientados a la ejecución de los planes y los resultados, este tipo de liderazgo sistémico es  desconcertante. Los planes son necesarios pero inocuos si la gente no se abren a lo que está emergiendo. Como un buen velerista, el líder sistémico sabe ajustar el proceso para aprovechar los vientos que soplan en contra. Se necesita crear espacios donde la gente confronte las preguntas difíciles, sin agendas ocultas, para crear la energía necesaria para lograr su compromiso.

La creación de espacios seguros, donde la gente es capaz de someterse a un proceso de cambio de sus modelos mentales, requiere que dejen sus agendas individuales y sean capaces de pensar juntos. También, se necesita que se puedan encontrar desde la diversidad de experiencias, historias y pensamientos. Se requiere que sean capaces de ver el sistema desde perspectivas diferentes, para poder innovar.

Una tarea muy difícil es convocar a personas para construir colectivamente,  cuando  no tienen una historia de colaboración, traen modelos mentales diferentes a la mesa, tienen sus propios miedos, y llegan con intereses y objetivos antagónico. Es un desafío muy grande que requiere de habilidades, disciplina y practica para construir la capacidad colectiva para la acción. Es necesario diseñar conversaciones para ir construyendo gradualmente la confianza y la interacción.

Hago caer en cuenta al lector, que el comentario anterior, se aplica perfectamente al proceso de negociación que hoy se lleva a cabo en la Habana. Y las noticias recientes, demuestran que algo muy importante está sucediendo en esta dirección, cuando las partes han acordado trabajar conjuntamente para comenzar un programa de desminado en varias zonas del país.

Como se puede deducir del texto de este blog, en Colombia se necesita una nueva comprensión del ejercicio del liderazgo que se requiere para enfrentar los desafíos históricos, que tenemos hacia adelante. Desde los diferentes sectores de la sociedad colombiana, que tienen de definir su nuevo rol hacia el futuro, deben de surgir las personas con la capacidad de liderazgo sistémico. De que así ocurra, dependerá la sostenibilidad de la aventura que significa escribir el nuevo capítulo de la historia colombiana,  en el marco de una visión compartida.

2 comentarios:

  1. Hablar de la visión sistémica del liderazgo en un país donde los "líderes" en su mayoría tienen una visión fragmentada es todo un cambio de narrativa y una sacudida del observador y de sus acciones; por esta razón tiene un gran poder de cambio y transformación.
    Gracias por compartir los postulados de Otto Scharmer: Abrir la mente para desafiar los modelos mentales; abrir el corazón para permitir la vulnerabilidad y poder escuchar al otro; y abrir la voluntad para soltar ideas y agendas preconcebidas para poder observar lo que se necesita y es posible lograr". Los colombianos necesitamos desarrollar esta nueva manera de pensar, de ser y de actuar!

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  2. Hablar de la visión sistémica del liderazgo en un país donde los "líderes" en su mayoría tienen una visión fragmentada es todo un cambio de narrativa y una sacudida del observador y de sus acciones; por eso el poder de cambio y transformación que tiene este nuevo paradigma al que nos invitas con tu escrito.

    Gracias por compartir los postulados de Otto Scharmer: Abrir la mente para desafiar los modelos mentales; abrir el corazón para permitir la vulnerabilidad y poder escuchar al otro; y abrir la voluntad para soltar ideas y agendas preconcebidas para poder observar lo que se necesita y es posible lograr".

    ¡Los colombianos necesitamos desarrollar esta forma de pensar, ser y actuar!

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